"Historias que amaras"

domingo, 11 de diciembre de 2011

El gato de las dos colas.



El señor Arthur conocía el lugar perfecto para quedarse toda la noche,  pero no era tan fácil llegar allí, tendrían que salir de la calle dragen, en donde comprarían todas las cosas de William y por supuesto cosas para las gemelas Carolina y Saray, con la ayuda de sus hijas comenzó a iluminar la gran calle, todos los locales se encontraban cerrados, menos la cafetería. En la  cafetería siempre tomaba café la familia Klein, la cual es la familia de William, su tío  y su madre.

La calle estaba vacía, se podía escuchar solo el viento que chocaba contra las ventanas, la luna iluminaba  un poco la calle que seguía oscura, algunas ratas pasaban por el lugar, las niñas las veían con asco ya que es el animal que más odian, algunos gatos pasaban por la calle persiguiendo a los roedores, perros de todas las razas ladraban un poco haciendo que el silencio se rompiera al instante.

Arthur con la lámpara de bambú de una de sus hijas se acerco a la cafetería en donde no se encontraba nadie dentro, o eso pensaban, adentro solo se podía ver un gato negro con ojos grises, se paseaba por todo el café; por las mesas; por las sillas; por los mesones, aquel gato clavó la mirada a la ventana en donde estaba el señor Arthur observando. Las gemelas comenzaron a observar la calle, a lo lejos se podía ver otra luz que no era de la magia de su padre el cual había iluminado toda la calle.

Aquella luz se acercaba cada vez más, como si alguien la esperara del otro lado del callejón, Carolina vio hacia el lado contrario de su hermana, pudo ver otra luz igual que la de su espalda, el gato seguía observando lo que sucedía. William se ponía nervioso causándole un poco de sudor a sus espalda, se acerco a su tío el cual ya no observaba mas al gato, Arthur le dio una de las rosas negras que tenía en su bolsillo y  le pidió que solo en un momento de emergencia dijera -annimali beag-.

Las luces se acercaban cada vez más y más, el gato del café había salido a la calle rápidamente, se puso justo en los pies de William, parecía que lo acariciaba, todas las luces se apagaron quedando las de las niñas y las luces que se acercaban a ellas. De un momento a otro las luces estaban viendo a las 2 gemelas, dos hombres de cabello blanco y corto, altos y blancos se acercaron a Arthur.

-          ¿Quiénes son?- dijo Arthur con tono de nerviosismo-  digan su nombre se los ordeno yo el jefe de artes mágicas en el congreso de magos. Dijo Arthur con firmeza.

-          No nos recuerdas señor Arthur, aquella noche de hace 8 años en donde la hermosa y delicada April murió. Dijo uno de ellos mientras reían los dos.

William agarro de las manos a sus primas, las cuales temblaban de miedo al observar la frialdad de los señores que tenían al frente. William saco de la bolsa de sus suéter color gris ceniza la rosa negra que le regalo su tío unos minutos antes, -annimali beag- dijo el muchacho mientras cerraba los ojos esperando una catástrofe, Carolina pudo coger la mano de su padre la cual estaba helada, las gemelas comenzaron a encogerse cada vez mas igual que Arthur y William. Se convirtieron los cuatro en roedores, toda su ropa se encontraba tirada en el piso, sus zapatos solos y sin nada dentro, los dos hombres se asombraron de lo que estaban viendo, era un escape. El gato negro cogió a los cuatro roedores con su boca huyendo rápidamente del lugar. Los hombres intentaron seguir al gato pero se les hizo imposible pues la rapidez del felino era inimaginable.

El gato los llevo a las afueras de la calle Dragen, llegaron al bosque meimi aquel bosque oscuro y tenebroso, algunas hadas y elfos corrían por el lugar. El gato se dirigió a una cabaña en el medio del bosque, se podía observar un pequeño lago de aguas cristalinas, algunos centauros tomaban agua y descansaban a las orillas. El felino soltó a los roedores, se coloco en un sofá que se encuentra al lado de la chimenea, aquel minino  comenzó a convertirse en una mujer, pequeña y de piel morena, su cabello rizado y negro se notaba un poco sucio.

-          O señor Arthur como siempre tan imprudente, -dijo la señora-, -piedrum- señalo a los cuatro roedores del piso, los cuales se convirtieron nuevamente en personas…y ahora sí, ¿por qué han venido aquí?

Los roedores comenzaron a crecer nuevamente, todos con ropa diferente y de colores horribles como en la cabaña en donde estaban, al pobre William le había quedado la cola de roedor, la cual se movía por todos lados, tirando algunas cosas viejas y empolvadas, las gemelas se la pellizcaban para ver si todavía tenía la misma voz de rata. Su tío Arthur termino lo que la señora no había hecho bien, señalo la cola de William y la elimino por completo.

-          Gracias Amber tu como siempre en donde te necesitamos, bueno hemos venido aquí porque mi sobrino, William, el cual va a entrar al internado, por favor no decirle el nombre al pequeño William, quiero que sea sorpresa. Dijo Arthur mientras sonreía.

La señora Amber señalo la cafetera, dijo algunas palabras que no se lograban entender pues es un poco tartamuda, la cafetera comenzó a elevarse hasta llegar a la cocina que quedaba del otro lado de la sala en donde se encontraban la familia de William, la estufa se prendió y comenzó a calentar la cafetera,  comenzó a hervir haciendo un chiflido doloroso para los oídos de William.

-          ¡Señora Amber podrá apagar la cafetera!, me lastima los oídos. Dijo William mientras se tapaba los oídos.

-          O ya veo, tú debes ser William… no te preocupes ella sola se apaga y sirve café, no es grandioso pequeño encanto… tu eres hijo de April y Deico, te pareces tanto a él.

El niño se sonrojo al escuchar aquellas palabras tan dulces que le habían dicho, se acerco a la chimenea la cual se encendió automáticamente, las gemelas corrían por toda la cabaña y le daban de comer al gato de la señora Amber, aquel gato es de color negro y ojos grises, pero con una peculiaridad, tiene dos colas en vez de una. Arthur tomaba un poco de café negro con Amber mientras hablaban un poco.

-          Pequeños creo que deberían descansar, si quieren pueden pasar a mi habitación, bueno ustedes dos señorita ya saben que hacer allí dentro. Dijo la señora Amber.

Las niñas llevaron a William a la habitación de Amber la cual estaba impecable y ordenada a la vez, algunas cosas flotaban. Las mellizas sacaron de uno de los cofres de la habitación un lápiz de punta fina, las niñas comenzaron a dibujar en el aire tres camas, con almohadas y peluches. Cuando terminaron de dibujar, tres catres de verdad cayeron al piso.

-          Bueno William cual quieres la de color rosa o azul porque la verde es la mía. Dijo Carolina.

-          Yo quiero la rosa, se ve tan limpia y suave. Dijo Saray.

-          Pues como ya no tengo opción quiero la azul. Dijo William.

Las niñas comenzaron a sacar varias cosas de una pequeña maleta que llevaba, parecía una maleta sin fondo pero no era así su padre había hecho un embrujo para que todo lo que ellas desearan estuviera hay, desde cepillos de dientes hasta  la espada mas filosa. William se acerco a la maleta y deseo la foto de sus padres, quería ver si era cierto que se parecían tanto.

Las pequeñas niñas sacaron juegos de mesa y se tiraron al piso a jugar, algunos de ellos se podían jugar sin mover un dedo pues solo tenían que decir lo que querían hacer en su turno. Willi observaba la foto dándose cuenta que si se parecían muchísimo a su padre, camino a la ventana de la recamara, de lejos se observaba las hadas cantando y saltando por todos lados, algunos lobos aullaban mientras veían la hermosa luna llena.

-          William vez aquella cosa de allá… la que está debajo del árbol  pequeño… lo vez, eso es un halfo, es la unión de una hada con un elfo, son muy extraños de ver, son pocas las especies que se aprecian… sabes otra cosa, ellos son como tú, tienen poderes curativos o de destrucción, tiene la posibilidad de trasportarse a cualquier sitio, lo cual les permite ser muy veloces cuando es el momento de escapar, son seres tranquilos y miedosos. Dijo Amber mientras recogía algunas cosas.

El niño siguió viendo aquel halfo. Era tan bello pero a la vez daba la sensación de miedo, dejo de verlo pues un destello de luz se acercaba, aquella luz que habían visto en la calle Dragen, se acerco más y más. Una de las ventanas de la cabaña se rompió, la de la cocina, un viento frio y helado entro. Arthur señalo el techo de la cabaña y dijo- Desesperium- La cabaña se convirtió en algo invisible.

-          Se tratan de esconder Albert, no dejes que lo hagan, has el conjuro Fuim. Dijo uno de los hombres.

-          Si señor Kurt no se preocupe por eso, -fuim- dijo Albert gritando- ya otra vez de nuevo la cabaña, solo necesitamos llevarnos algo señor Kurt…

-          No lo digas en voz alta Albert recuerda que hay personas y elfos cerca.

William y Amber sacaron de sus pantalones una varita larga más o menos de 30 cm, la de la señora Amber es de color roja sangre con unas pequeñas ramas de pino cubriéndola. La del señor Arthur es un poco más pequeña, de color negro y en el mango de la varita oro puro, a su alrededor la cubría una capa de polvo de dragón, esto le daría una fuerza brutal. Ambos señalaron a los dos intrusos diciendo algunos conjuros.

-          ¿Creen que con simples varitas nos podrán lastimar?, señorita Amber por favor solo entregue al gato, a su gato, pero no lo toque sabemos que es un Puin y tiene la posibilidad de convertirse en el. Dijo Kurt con un tono fino.

-          Mi gato a nadie se lo doy -Dijo la señora Amber gritando- señor Arthur corra por los niños, corra al bosque y dígale a William que le hable al halfo el sabrá que hacer- dijo la señora Amber en un susurro-.

Arthur corrió rápidamente a buscar a su pequeña familia, las niñas ya sabían que pasaba, ellas también sacaron su varitas, aun que se las había quitado su madre como castigo, señalaron todas las cosas del lugar haciendo que entraran a la pequeña maleta, William recogió la foto y al gato negro que se posaba en sus pies. El señor Arthur los agarro de las manos y seguido se trasporto al lago con un pequeño hechizo, el cual les permitía viajar a una distancia corta.

En la cabaña se seguían escuchando ruidos, la señora Amber saco de su bolsa un truco no permitido en este bosque, bomba fétida, el humo verde y pestilente mato todas las flores que estaban cerca, los halfos y criaturas mágicas huyeron dejando un silencio, la bomba hizo que ella pudiera escapar al bosque en donde los seres mágicos la defendería por un tiempo limitado, tenía que huir y el mejor sitio para refugiarse era la calle dragen, ya que había amanecido y toda la gente se encontraba allí.

William se acerco al halfo el cual le cogió la mano y con un chasquido de dedos lo llevo lejos con su familia, habían llegado nuevamente a la calle dragen en donde la gente los observaba, el halfo volvió hacer lo mismo desapareciendo del lugar. Todo el mundo se acercaba a Arthur el cual es el jefe de artes mágicas, algunos lo veían con sus hijas las cuales estaban sentenciadas por haber escapado del internado en donde ira William.

-          Señor Arthur que gusto volverlo a ve-ve-ve-ver.- Dijo Amber mientras se tocaba las heridas causadas por correr en el bosque.

-          O señora Amber deje que la ayude yo sé como curar a las personas. Dijo William.

Todas los magos, vampiros, hombres lobos y puin veían a William con cara de asombro, como alguien podía hacer eso, algunos lo reconocían como el huérfano pues su madre es muy famosa en esta calle, Amber se acerco a él y le dijo en tono de susurro – luego me curaras pero no lo digas en voz alta, tus poderes no se ven desde que… bueno eso es lo de menos. El padre hizo un conjuro y limpio a la señora Amber, algunos magos se acercaron a ella y le curaron las heridas con pociones.

-          ¿¡Señora  Amber que le ha pasado!? quien le ha hecho esto… todo está tan mal, no me diga que fueron sus hijos. Dijo un mago desconocido.

-          Si señor lein, ellos fueron cuando la señora… bueno aquella bruja maldita los hechizo, se les ha olvidado quien es su madre, pero no importa viviré con eses dolor en mi corazón. Dijo Amber con unas lágrimas en los ojos.

Arthur señalo algunas tiendas para que los niños caminaran solos, dejo que los niños comenzaran a caminar por la calle sin supervisión, les dio un poco de dinero para que pudieran comprar lo que quisieran, no era mucho pues tenía que guardar para las cosas de William. Algunos decían rumores acerca de lo sucedido en el bosque meimi, de que la bruja Melisa buscaba algo en el bosque.

Arthur comenzó a caminar con la señora Amber  de tras de los niños, la señora Amber seguía un poco adolorida de los daños que todavía se le notaban en algunas parte de su cuerpo, pero ya podían respirar tranquilamente por un rato. Solo quedaba comprar lo que necesitaba William para el ingreso a su escuela, ya tenía las rosas, la túnica azul y el libro para magia, aun que no se lo habían pedido le serviría en algunas clases, después de comprar todo podían regresar a casa. La señora Amber le pidió a Arthur que si podía irse con ellos por un tiempo ya que no tenía un hogar en donde vivir, el gato negro con ojos grises maullaba por la calle mientras caminaba observando a la cantidad de gente que pasaba por las tiendas.

Amber recogió a su gato, lo acaricio y sonrió mientras veía sus hermosos ojos, estaba feliz por él. Más ahora que sabe lo que buscaban sus hijos, el diente de oro del gato negro de las dos colas, el gato de Amber que por nombre lleva Erner es el único gato que queda con dos colas y un diente de oro el cual pude hacer muchas cosas, las cuales los magos les tiene miedo desde hace mucho tiempo. Amber vio su fea cafetería la cual se encontraba abierta por los empleados de lugar, algunos la saludaban al verla pasar, otros solo le deseaban la muerte para sí, quedarse con el imperio cafetero que tenía en su dominio.

-          Señor Arthur, ¿sabe algo de la bruja Melisa?

-          Por desgracia no, desde el año pasado contra el ataque de la noche oscura no he sabido nada, me he encargado tanto de mi familia que me aparte mucho de la magia.

La señora Amber vio al cielo en donde pudo observar algo distinto, estaba gris y extraño, las nubes iban para todos lados como si alguien las moviera sin control, el señor Arthur también comenzó a ver las nubes, le pareció conocido en algunas cosas, en el color y en los movimientos, se podían observar rayos y corrientes de electricidad, algunas nubes hacían animales desconocidos por todos, la mayoría de las personas se quedo observando por un largo tiempo. Esto solo sucedió hace 100 años cuando Melisa ataco por última vez el mundo mágico haciendo que todo quedara en caos.

Los niños entraban a tiendas de varitas o de libros mágicos, la biblioteca estaba repleta de niños leyendo y disfrutando de las letras, algunos solo entraban para ver nada mas, el gato logro escapar de las manos de Amber y comenzó a caminar con los niños, el lugar estaba repleto de personas comprando y observando cada una de las cosas de la calle, vendedores gritaban a los cuatro vientos sus productos, otros solo repartían el periódico el cual decía losa acontecimientos de todo el día, en primera plana estaba el ataque del bosque meimi el cual era un escándalo para todas las personas, parecía un día de compras. Los niños de otras familias se unían a la caminata de las gemelas, algunos ya las conocían perfectamente, y por lo mismo tomaban una distancia aceptable. William entro a una tienda especializada en mamghruama, una anciana muy tierna y dulce se le acerco, le ofreció muñecos del bosque meimi, algunos eran más caros que otros.

-          Cómprame un muñeco, este que está aquí- dijo la anciana queda muy bien a tu personalidad de niño tímido y tierno, o este daría más bondades a tus poderes de curación. Dijo la anciana.

-          Quisiera llevármelos pero no tengo dinero en estos momentos. Dijo William agachando su cara.

-          No te preocupes toma los dos, cuando tengas dinero puedes venir para confinar los dos muñecos, te servirán de mucho, sigue viendo las cosas de la tienda. Dijo la anciana.

Amber y Arthur alcanzaron a William en la tienda de mamghruama, ya era la hora de comenzar a comprar su cosas para la escuela, quería que el decidiera cada uno de los objetos a comprar, serian caros pero valdrían la pena,  lo primero a comprar era el deporte, William podía elegir el deporte oficial o cualquier otra activad, como el ajedrez mágico: cada equipo es de 16 integrantes, el rey que es la persona más experta en el juego, el cual los mandara, el tablero es una zona de la escuela, el vencedor podría elegir a un integrante del otro equipo para sí volver su equipo más fuerte y invencible, podría elegir ambos deportes o aficiones, las cuales les permitiría estar fuera de clases por un tiempo limitado.

Amber guardo su varita la cual se encontraba un poco sucia y por un lado rota, la tendría que reparar rápido, ya que podía haber otro ataque y debía estar preparada para todo, le comento a William que podía llevarse al halfo a la escuela, solo que lo tenía que dejar con el cuidador de elfos y hadas, el halfo lo ayudaría mucho en conjuros o mamghruama.

Arthur les quito las varitas a las niñas y con un murciélago que pasaba por la calle las envió devuelta a casa, en donde debía de estar desde hace muchísimo tiempo, las niñas se quejaban de lo que había hecho su padre, William se burlaba de ellas señalándolas y haciéndoles jestos con la cara, la señora Amber reía un poco a escondida del berrinche que habían montado las dos gemelas.

-          ¡Guarden silencio niñas que dirá la gente de ustedes!, o de nuestra familia. Dijo Arthur con seriedad.

-          ¡Que digan lo que quieran!, ni nos importa ni nos afecta, devolved las varitas y dejaremos la riña. Dijeron las gemelas.

-          Prefiero aguantarlas de aquí a casa que devolver sus varitas. Dijo Arthur.

Entraron a uno tienda de pociones, William observo algunas de colores diferentes, de lejos se observaba una escalera que lleva a un sótano, algunos niños del lugar probaban pociones, las cuales los convertían en animales pequeños o les daban fuerza por un tiempo, algunos solo jugaban bromas a sus amigos haciéndoles dolores en el cuerpo, o solo aumentándolos de peso. El señor que vende en la tienda de pociones observaba la calle mientras William veía algunos animales del lugar, como murciélagos y aves, las hermanas corrían por todos lados, el berrinche se les había ido rápidamente, el señor de la tienda reconoció al señor Arthur inmediatamente al verlo pasar.

-          Señor Arthur que bien que este aquí, recuerdo cuando trajo por primera vez a sus gemelas, están muy grandes. Dijo el señor riéndose.

-          Gracias señor Gaison, veo que no olvide aquel día, tendrá por hay algunos frascos vacio para pociones, necesito algunos para mi sobrino William, hijo de April. Dijo el señor Arthur mientras observaba las pociones.

-          Bueno sígame, aquí en el estante estas los mejores, por ser usted se las dejare a mitad de precio, se las empacare  y de regalo le daré una varita de prueba, ya que creo que su sobrino la necesitara, pero recuerde es de prueba. Dijo el señor Gaison.

Entre todas sus cosas el señor Gaison encontró la varita de prueba para que el niño comenzara a usarla en la calle, aquella varita tenia la magia limitada solo se podía usar en la calle dragen, William veía su regalo con los ojos brillosos, aun que savia que su tío llevaba más de 3 años sin trabajar todavía tenía dinero para darse sus lujos mágicos.

La señora Amber salió de la tienda y seguido entro a una tienda carísima, pero buena, la mejor de la calle, casi nadie entraba allí por los altos costos, aquí podía encontrar cada una de las cosas que le habían pedido a William desde los libros hasta los recoge lagrimas, comenzó a observar varias varitas muy hermosas, quería una nueva pues la de ella estaba rota.

-          ¡Señor tráigame la varita más hermosa que tenga!, no la mejor, si no la más linda, la que este con mi personalidad… esa que todo el mundo se le quede mirando mientras la enseño, quiero algo espectacular, ¡que deslumbre!. Dijo la señora Amber.

-          Señorita aquí tengo una como usted la pide, fina y liviana, esta echa de árbol del bosque meimi, pero no cualquier árbol, si no el árbol eterno, solo hay una como esta, la crearon hace poco para alguien como usted. Dijo el señor sonriendo y caminado alrededor de Amber.

-          ¡Démela! Dijo la señora Amber.

La señora Amber recogió su nueva varita, compro toda la lista de William, sin exención, eran las cosas más caras del lugar, aun que sabía que Arthur le compraba más cosas, ella no le importo para nada el desperdicio de dinero que hizo el señor Arthur. Salió del lugar con toda la lista de William comprada, savia que necesitaría, desde las rosas hasta los libros, quería darle un excelente regalo. Se acerco a él y le entrego el gran paquete, William le sonrió y le dio las gracias mientras que Arthur le daba algo de comer a las pequeñas, de eran los sándwich que les preparo Adela antes de irse de casa.

Caminaron a la camioneta del señor Arthur, los hijos de Amber volvieron a la calle, todas las personas que se encontraban allí desaparecieron rápidamente, dejando solo a la familia de Arthur y la de Amber en el lugar. Los hombres volvieron a ver al gato de Amber, el cual maullaba sin control. Arthur cogió al gato y lo metió en la camioneta con el paquete de frascos para pociones y la maleta vieja de las niñas, los cuales sonaban haciendo un ruido sorprendente, cerró las ventanas y puertas. Embrujo la camioneta para que nadie pudiera entrar sin su consentimiento.

-          Por favor dejen al pobre gato en paz, solo quieren sus dienten para la poción de mintiurus. Dijo Amber señalando a su hijo Albert.

Los hombres se acercaron más y más a ellos, las gemelas entraron al coche con William, cerraron la puerta rápidamente para que el gato no escapara, el cual se revoloteaba por todos lados, Carolina lo acaricio para que se calmara un poco. Pudieron ver los frascos de pociones en la camioneta con el paquete de regalo que le dio Amber a William.

-          ¡William abre el paquete!, debe de haber algo que sirva de mucho, ¡Carolina prepara los frascos!,  aremos una poción aquí mismo. Dijo Saray.

Los niños obedecieron, en el paquete se encontraba toda la lista completa de William con una varita nueva, muy bonita y elegante como le gustan a Amber, sacaron un libro que no había en la lista, el libro de pociones para novatos, era casi igual que el que le regalo su tío, pero con la diferencia que era un tomo nuevo. Saray lo abrió y comenzó a buscar una de las pociones, le ordeno a William que leyera el libro de defensa contra fénix.

-          William apréndete el embrujo 1 del libro, nos servirá de mucho coge tu varita y comienza a moverla en forma de circulo, si te sientes cómodo estarás preparado para usarla, tú Carolina saca las cosas de la maleta. Dijo Saray.

Las niñas comenzaron hacer una de las pociones del libro, la número 44 la cual era muy difícil de preparar, con una gota de aquella formula podía congelar a cualquier persona por un tiempo limitado. William termino de aprender el embrujo que le indicaron “vuibum”, sencillo y fácil de usar, aria que pudiera convertirse a cualquier persona en lo que quisiera por unas horas o minutos, dependiendo la capacidad del mago.

Las niñas sacaron todo lo necesario para hacer la poción, ya tenían preparado los líquidos, ahora solo faltaba los frascos y el fuego, pudieron encontrar sus varitas ya que su maleta les daba todo lo que querían. Todos los frascos para pociones de William serian estrenados por las hermanas, pusieron algunos, los más pequeños, comenzaron a unir algunas sustancias que tenia a la mano, por fin habían logrado su objetivo. William memorizo correctamente el embrujo número uno y de una vez el dos, que serbia para curar heridas pequeñas y insignificantes.

Se podía observar destellos de luces, Arthur sudaba igual que Amber, entre los dos atacaban y se defendían mutuamente, Carolina y Saray estaban listas para su ataque.

-          Bueno William es la hora de todo, baja el vidrio le haremos una señal a nuestro padre, dirás con fuerza el conjuro señalando a uno de los hermanos, se convertirá en cualquier cosa que tu desees, más pequeño sea más efectiva es el hechizo… recuerda algo pequeño para que mi padre lo atrape, aras lo mismo con el otro pero a nuestra señal. Dijo Carolina.

-          ¡Sí!, pero… Dijo William mientras las gemelas lo interrumpían.

-          ¡Pero nada William! solo tenemos una oportunidad no la desperdiciaras, piensa que es una prueba para entrar a la escuela. Dijeron las gemelas con firmeza y serenidad.

Una de las hermanas señalo el vidrio con su varita, lo bajo rápidamente y William dijo su parte, señalo a  Kurt es el más cercano, pensó en algo pequeño, el hombre se convirtió en un caracol lento y chiquito, cabía en un dedo. Albert comenzó a disparar con su varita rápidamente y sin control, pero el poder de su madre no lo dejaba hacer nada. Arthur se agacho y en un pequeño frasco viejo el cual tenía en su chaqueta de color negra. William volvió a decir el conjuro  contra el cual se convirtió en un gusano de tierra, rosa y feo.

Las gemelas bajaron del coche y agarraron al gusano, lo metieron con su hermano, cogieron la poción y con 3 pequeñas gotas los paralizaron por completo, el padre les hizo un hechizo para que no se movieran hasta llegar a su destino, la cárcel ferin, aquella en donde van las personas que intentaban dañar el orden de los magos. La señora  Amber lloraba viendo a sus pobres hijos.

-          ¡No habrá una forma de volverlos a la normalidad!, por favor señor Arthur no los mande presos. Dijo la señora Amber mientras lloraba.

-          Aun que los regrese a la normalidad muchos magos vieron y me juzgarían, perdóneme, tal vez pueda hacer que salgan más pronto, tengo algunos contactos. Dijo Arthur.

-          Si eso es mejor, gracias señor Arthur. Dijo Amber mientras se limpiaba la nariz con un pañuelo de color blanco, el cual saco de su bolsillo.

Todo parecía volver a la normalidad, la tormenta que parecía venir se desvaneció, las personas seguían nuevamente su rumbo, al final de la calle se podía ver una escalera larga y oscura, la cual parecía llevar a una caverna. El coche del señor Arthur estába destruido, todos los ataques de los hermanos se habían desviado hacia la camioneta dejándola inutilizada. Aun que trataron de hechizarla no pudieron hacerla marchar pasarían otra noche aquí, lo que no sabían a donde quedarse, la única casa que conocían era la de la señorita Amber la cual ya no existía.

El señor Arthur bajo todo lo del coche, recogió cada una de las cosas de William, las niñas curaron algunas heridas que tenía nuevamente la señora Amber, el gato de la señora Amber salió rapidísimo, sus ojos grises se veían más grandes. La señora Amber no perdería de nuevo a su gato ni lo arriesgaría, saco la poción de las niñas y paralizo al gato, le hizo el mismo hechizo de William para convertirlo en un gusano como su hijo. Lo guardo en su bolcillo.

Comenzaron a caminar hacia las escaleras del fondo que estaba al contrario del bosque meimi, llegaron nuevamente a la tienda de magia, el señor los invito a pasar rápidamente, le cambio la varita a William por una más cómoda para él, aquella era larga de color negro y con un hilo de color oro alrededor, era cara, pero a l vez poderosa, Amber la vio detalladamente.

-          Señor Arthur tome un café, igual ustedes niños pueden tomar chocolate y golosinas de sentimientos. Dijo el hombre.

Pasaron a una zona del lugar en donde habían unas sillas y mesas, era como una especie de restaurante, algunas personas estaban allí comiendo feliz mente. El señor Arthur los reconocía pues eran famosos, al parecer un lugar para personas conocidas en varios lugares del mundo. La comida pasaba volando desde la cocina que se encuentra al frente de las mesas, hasta las personas que lo pedían, las lámparas flotaban por todo el lugar, era un lugar encantador e iluminado.

Las gemelas comenzaban a tirar los platos del aire con piedras que llevaban del bosque meimi, William recordó los 2 muñecos del bosque, el señor los llevo más allá de la cocina en donde solo se encontraba un enano cocinando un poco, su mandil de color blanco parecía negro de la suciedad que se cargaba encima, llegaron por fin a una especie de casa, los muebles eran viejos y rotos.

-          Señor Arthur  he visto que no tiene en donde dormir mi hermosa casa está para ustedes, pude observar la valentía de sus hijos, bueno de sus hijas y su sobrino, son como héroes. Dijo el señor.

-          Gracias por la gentileza, nos quedaremos aquí con usted, ¿no habrá molestia con su familia? Dijo Arthur mientras observaba la casa.

-          No tengo familia… bueno mi esposa se fue hace poco… Dijo el hombre agachando un poco la cara.
Los niños comenzaron a sacar de la maleta sin fondo todo lo necesario para dormir, el señor Arthur mando a uno de los ayudantes del lugar a entregar a los delincuentes, los cuales comenzaban a moverse por el frasco. La señora Amber se dirigió al baño el cual está al lado de la habitación de huéspedes,  prendió la luz, el baño era de lo más sucio que había visto, se paro en el medio del horrible baño, el espejo estaba roto, lo que le causaba una incomodidad muy grande, levanto su mano y  con un chasquido de dedos lo limpio y arreglo por completo.

Ya era nuevamente de noche, los niños se acostaron en el cuarto de huéspedes, mientras que Arthur y Amber durmieron en los sofás de la fea casa, aun que eran acogedores a Amber no le parecían del todo lindo. En el siguiente día regresarían a casa, llevaban dos días sin ver a su queridísima Adela, la cual los esperaba con ansias y alegría, lo que más esperaba era ver todo lo que habían comprado.

Mientras ellos dormían parecía que la casa tenía movimiento propio, por un momento el baño no estaba en donde se encontraba siempre, los cuadros viejos y con moho se movían por los aires. William despertó en la madrugada por los movimientos que sentía en la habitación de huéspedes, se quedo observando cada uno de los objetos, las maletas que se encontraban hay guardadas volaban por todo el lugar, algunas telarañas flotaban. Las niñas se despertaron unos minutos después que el, las cuales se quedaron sorprendidas al ver el espectáculo.

No tenían ningún objeto para hechizar, ya que todas las cosas de magia se habían quedado en la sala en donde dormían Amber y Arthur, las niñas comenzaron a observar cada cosa de la sala, desde la biblioteca pequeña hasta la cama vieja, en donde habían dormido los tres juntos. William comenzó a intentar a garrar las cosas que flotaba, pero era imposible, la puerta no se veía en ninguna parte, estaban encerrados en una habitación sin salida.

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