Saray y Carolina encontraron debajo de la cama un llave, fina y larga, Carolina la guardo rápidamente en su bolcillo, tal serviría de algo, o solo sería un objeto de mas en la habitación. William comenzó a caminar en círculo, veía la lámpara del techo la cual cambiaba de lugar cada minuto y se apagaba cuando podía. Las almohadas y cobijas flotaban, haciendo que hubiera más oscuridad en el lugar. Las hermanas recordaron la rosa negra que tenía William.
- William saca la rosa que te dio mi padre, a ver si podemos hacer algo. Dijo carolina mientras veía el bolcillo de William.
- Aquí la tengo, tómala, ¿pero qué se puede hacer con ella? Dijo William con curiosidad.
- Te lo explicaremos… todos los brujos nacidos de magos tenemos la posibilidad de hacer magia, eso te queda muy claro, el caso es que estas rosas tiene un poco de magia, poquito se puede decir, estas rosas solo las usan en el mundo mágico, es decir, la zona que los humanos no pueden entrar… Dijo Saray.
- ¡Deja que yo le termine la historia!, estas rosas que puedes ver son como una especie de varita pero solo sirve para transformarse a personas u objetos en otro, solo para eso, cuando tú dices un conjuro ella te convertirá en lo que has dicho o pensado, como en la calle dragen nos convirtió en roedores, solo es para eso, pero en los ogros es diferente, eso luego lo aprenderás… Dijo Carolina.
- ¿Pero de que nos sirve? Dijo William.
- Bueno William recuerdas los caramelos y la poción, bueno eso nos servirá uniéndola con la rosa oscura para crear una poción nueva, esta por nombre lleva “sulivín”, solo los hijos o integrantes de la hermandad las pueden hacer. Dijo Saray.
Carolina saco la poción que había hecho en el coche de su padre, aun que no era del todo perfecta les serviría de algo. Saray cogió la rosa de William, la coloco en el suelo, mientras que William recordó la varita de prueba, recordó que solo funcionaba en la calle dragen y todavía se encontraban hay, la saco de su chamarra, ya que la había cogido en la camioneta para practicar un poco, pero claro había usado la que le regalo Amber. Se las dio a las hermanas las cuales seguían recordando cómo hacer la poción. La varita les serviría de mucho pues la poción convertía la rosa en varita, mas una varita de prueba se puede convertir en una varita profesional y fácil de usar. Las hermanas que sabían cómo usar bien estas varitas sabían qué hacer con ella y cómo manejarla de acuerdo a sus necesidades.
- Bueno ya preparado la poción, miren como la rosa se marchita en la poción, ¡William esto no se lo puedes decir a nadie! Dijo Carolina.
- Si se los prometo, a nadie, será un secreto de primos. Dijo William mientras reía.
Vertieron la poción de la rosa negra sobre la varita de William. La varita se convirtió en una de 30 cm, con una tonalidad verdosa como le gustaba a Saray, William la cogió rápidamente antes que las hermanas comenzaran a pelearse por ella, como ya sabía usarla solo tenía que esperar las indicaciones de sus primas.
- Ya que las has podido agarrar antes que nosotros, aprenderás un nuevo conjuro, repite después de mi, señala una de las paredes de la habitación, no puedes fallar William todo depende de ti, - relebium-. Dijo Carolina.
William señalo una de las paredes, hizo círculos con su varita y dijo el encantamiento que había memorizado correctamente, las cosas comenzaron a volver a su lugar, la puerta volvió un poco sucia y rota, las niñas se dieron cuenta rápidamente de que la casa se encogía cada vez más y más, la puerta estaba cerrada, las hermanas recordaron la llave la cual insertaron en la puerta, aquella se abrió, salieron rápido del dormitorio, William guardo la varita y salió de tras de las niñas a gran velocidad. Pudieron observar como la habitación se volvió tan pequeña que solo entraba una pulga en la diminuta puerta.
Se encontraban en la sala en donde el señor Arthur y la dama Amber dormían, después de unos minutos Amber y Arthur se levantaron del sofá grande y cómodo, comenzaron a notar lo extraño de la casa, el señor que les había ofrecido su hogar salió de una de las habitaciones, parecía enojado y un poco fastidiado, señalo a la señora Amber mientras veía su bolcillo izquierdo en donde tenía al gato.
- Sabe señora, entrégueme el gato, se que lo convirtió en un animal pequeño… lo podre vender en un precio justo, ¡vengan todos, que aquí esta ella! Dijo el señor.
- Que tanto tiene mi gato, sabe que prefiero morir que antes dárselo señor Linojo, sabe mi gato puede ser el único en su especie pero eso no les permite robarlo.
Hombres salieron de espalda de los muchachos, las luces se apagaron quedando solo una luz la de la sala, el señor Linojo levanto una especie de flauta larga y ancha, toco mientras que los demás hombres, diez en total se acervaban a los invitados, el señor Arthur volvió a sacar su varita, señalo la maleta la cual se elevo hasta tocar los pies de las gemelas, les lanzo sus varitas para que defendieran de William que solo se savia tres conjuros los cuales les servirían de poco.
Todos los hombres sacaron las varitas, la señora Amber finamente señalo los muebles y objetos, los desapareció o mejor dicho los mando a otro sitio, Carolina y Saray estaban preparadas para todo, los huéspedes que eran ellos hicieron un círculo en el medio estaba William el cual no lograba ver lo que sucedía. William levanto la varita que habían creado sus primas recordó algunos conjuros que llego a escuchar, repitió el hechizo – lumiesmo-, las luces del lugar volvieron a encenderse nuevamente dando mejor vista para su familia y para los enemigos.
- Bueno niñas ya saben qué hacer, defender al indefenso. Dijo Arthur mientras se le escapaba una dulce sonrisa.
- Si padre no lo tienes que decir. Dijeron las mellizas mientras sudaban.
Comenzaron todos a disparar al objetivo, la señora Amber que es experta en defensa y escape protegía a cada uno de ellos, era maestra de la escuela de Mouroski en donde iba a ir William, aun que no se lo había dicho todavía. Las gemelas disparaban al aire para que cayeran algunos bloques de sementó y así hacer una defensa, pero estaba rodeadas por todos lados, impidiendo que pudieran hacer una defensa. William vio el maletín sin fondo, saco el libro de encantamientos que le regalo la señora Amber, leyó alguno que le ayudara en un ataque rápido y preciso, el cual podría acabar con todo, pero la mayoría servía para defensa y no los podía memorizar tan rápidamente, algunos tenían un movimiento en la varita diferente al que él conocía.
- ¡Amber dale el pífano rápido! Dijo Arthur gritando.
- Pero está prohibido llamar a los halfos en lugares así, me pueden sancionar. Dijo Amber bajando la cara.
- Te prometo que no pasara nada, si llega a suceder que me lleven a mí.
Amber le lanzo aquel objeto musical a William para que llamara al halfo rápidamente, esto les daría una escapatoria rápida y sencilla, William el cual ya conocía al halfo, se le aria fácilmente , la señorita le indico que solo tocara lo que quisiera sea lo que sea, cuando llegara el halfo lo llamara por su nombre Chuby como ella le había puesto, William comenzó a tocar una melodía desafinada, las gemelas le gritaban que se apurara, que no tenían tiempo suficiente para esperar tanto, William tocó por un rato, por un momento abundo el silencio esperando que algo sucediera, lo cual nunca paso
- Tío no pasa nada. Grito William.
- No puede ser tal vez sea por la situación en las que estamos, es un poco miedoso ni modo tendremos que defendernos hasta lograr salir de alguna forma. Dijo Arthur.
Arthur siguió con el combate que no paraba para nada, se percato de que el frasco de la señora Amber se comenzaba a mover, el gato estaba volviendo a la normalidad. Amber se dio cuenta rápidamente, saco al gato del frasco y se lo entrego a William para que lo vigilara. William intento sacar algo del maletín nuevamente, pero al parecer no servía, el conjuro había desaparecido por completo
La señora Amber señalo a uno de los hombres de negro que se encontraban en la sala disparando, hizo el hechizo – olvideus-, el hombre comenzó agitar su cabeza, parecía que no sabía lo que hacía en ese lugar, comenzó a observar cada una de las cosas de la habitación con sorpresa e interés, en realidad la señora Amber le borro toda la memoria, es un conjuro bueno y fácil de aprender pero difícil de usar. Arthur no resistía mas el ataque eran once contra cinco, pero bueno William no contaba como ayudante.
- Señora Amber que le cuesta dar al gato, si quiere solo quítele el diente y quédeselo, eso es lo que necesito entiende nada mas eso, ¿no quiere que la mete verdad?
- ¡Ya se lo dije!, no se lo entregare déjenos ir inmediatamente. Dijo la señora Amber.
Arthur pudo reconocer a uno de los 10 hombres, estuvo en el combate de hace 100 años, salió en la prensa, al parecer fue atrapado por las autoridades pero escapo a los pocos días y no se sabe su paradero, o eso se pensaba. Su cabello es café y su piel pálida con ojos de color negros, sirvió a Melisa durante un tiempo largo. Los nueve que restaban no los reconocía o no los ha visto en ningún lado. La señora Amber si pudo reconocer a otros mas este es Abraham Conrra uno de los asesinos más buscados en todo el mundo mágico. El otro es Simus Conrra hermano y seguidor de Abraham Conrra, los demás si eran desconocidos por todos.
Entre todos pudieron derribar más de la mitad, solo quedaban tres magos atacando contantemente, el dueño de la tienda y los hermanos Conrra que no se dejaban vencer facilmente. La señora Amber le pidió a William que le sacara el diente de oro al gato sabía que no podía contra ellos, William siguió sus ordenes, al principio el gato no se dejaba tocar por él, Arthur se voltio rápidamente y lo encanto.
- William sácale un diente normal, yo se que hacer para engañarlos. Dijo tío Arthur.
William, obedeció las indicaciones que le había dicho su tío, la luz del sol comenzaba a notarse en una de las ventanas de la sala, algunas personas tocaban la puerta de la tienda, no se podía ver lo que sucedía pero si escuchar. William termino de sacar el diente, un colmillo muy filoso, se lo entrego en la mano a su tío el cual seguía dándole la espalda, las hermanas se les notaba cansada no resistían tanto tiempo en un combate.
Arthur pinto el colmillo con un encantamiento y se lo lanzo a Simus Conrra, el cual se dio cuenta rápidamente del engaño que les estaba haciendo.
- Ja, este colmillo no es más falso porque no puede, ¡darme el verdadero inmediatamente!, o sus pequeñas y tiernas niñas morirán.
- A ellas no les hagas daño. Dijo el señor Lein el cual había entrado a la tienda.
La señora Amber se sorprendió de la valentía de Lein. Arthur pudo tirar a uno de los hermanos Conrra, Abraham Conrra, le quito su varita con un encantamiento y se la dio al pequeño William el cual estaba aterrorizado con lo que sucedía. Lein comenzó a dispararle a Simus Conrra el cual había asesinado a sus padres hace 50 años quedando el huérfano y con tres hermanos que cuidar.
- Si es el pequeño y inofensivo Lein Weindi, ¿Cómo están tus padres?, ¡muertos!, ahora ya eres un hombre hecho y derecho, pero sigues igual de débil como aquella vez. Dijo Simus con un tono frio burlón.
- ¡Morirás! Dijo lein mientras veía a Simus.
Amber recogió a los niños a todos, savia que correría sangre de alguno de los dos en la sala, toco nuevamente el instrumento. El halfo había llegado los cogió de las manos dejando a Arthur en la sala con Lein, Simus y linojo. Llevo a los niños a un lugar seguro, nuevamente al bosque meimi, la señora Amber hizo un hechizo que les permitía cubrirse de los enemigos del bosque, los ogros.
El señor Arthur siguió con la batalla, Linojo se llevo a cada uno de los magos heridos, huyo del lugar dejando a Lein y Simus en una batalla. Arthur intento ayudarlo pero Lein le pidió que no interfiriera en los asuntos personales. La batalla duraría hasta que alguno de los dos cayera muerto en el piso, parecía eterna, conjuros corrían por todo el lugar. El señor Arthur se aparto un poco, solo esperaba que Lein saliera victorioso del lugar.
- Lein, pobre lein solo eres un arrastrado de ellos, pero para ti en donde habrá un lugar. Dijo Simus.
- ¡Calla! Maldito estúpido. Dijo Lein mientras gritaba y decía hechizos.
El señor Arthur salió del lugar dirigiéndose a la tienda, busco algo que ayudara a Lein, no quería que muriera sin el hacer nada al respecto, se seguían escuchando las voces de los dos. Arthur cogió algunas pociones, recordó una que otra que le serviría de mucho, o eso pensaba, volvió a la sala pero antes cerro todas las ventanas de la tienda, la madera rechinaba a cada paso, algunos libros caían al piso de tanto ruido que hacían en la sala.
Paso por el restaurante en donde estaban todos los platos en el piso rotos y sucios, volvió nuevamente a la sale en donde se notaba a Lein muy cansado. Simus se reía mientras atacaba al pobre Lein, aun que Arthur trato de usar las pociones Simus se lo impedía con conjuros y ataques.
La señora Amber camino con los niños hacia el lago en donde tomarían un poco de agua para descansar, el halfo curo las heridas de las niñas causadas por el ataque continuo de los hombres. Amber le dio comida al halfo mientras el corrían por el lago, descansarían un poco antes de regresar a la calle Dragen.
- ¿Creen que este bien el señor Lein? Dijo William.
- Bueno William el señor Lein es muy fuerte y con la ayuda de tu tío pues vencerán aquel hombre, no te preocupes todo está más que bien. Dijo la señora Amber con cara de preocupación.
La señora Amber comenzó hablar con las gemelas para distraerlas un poco de la tención, William jugaba Chuby el cual se le notaba feliz, algunas hadas se acercaban a los niños, los centauros se alejaban mientras que los faunos comenzaban a notar más a los niños.
- ¡A sí que tú nombre es Chuby! Dijo William.
- Si joven William, como sabrá mi familia no me acepta por mi forma de ser, me siento tan alegre de poder ayudarlo. Dijo el halfo mientras le brillaban los ojos.
- ¡Eres de ayuda Chuby!, ¿podrás irte conmigo a la escuela? Dijo William mientras le sonreía.
- O joven William me gustaría mucho estar allá con usted, es muy amable. Dijo chuby.
Las hermanas se acercaron a los elfos los cuales eran muy bonitos, algunos gnomos se veían de tras de los arboles, eran tan pequeños y difícil de ver a las vez. Amber preparaba un poco de fruta, las cuales encontró en el bosque. William seguía conociéndose con su nuevo amigo chuby, el es muy simpático y se sonroja igual que él. La señora Amber se le notaba cada vez más nerviosa – que será de e-e-e-ellos-, dijo mientras veía el camino hacia la calle dragen.
En la calle dragen llegaba más personas, algunos entraban a las tiendas y otros probaban sus nuevas cosas en la zona de combate. Se había corrido la voz de la captura de los hijos de Amber, algunos decían que ella los apoyaban, otros solo murmuraban lo sucedido un día antes. Muchos escuchaban los ruidos de la tienda para magos en donde se encontraba Arthur y Lein. Por las ventanas se podían ver destellos de toda la magia que estaban usando. Los magos de la calle intentaban entrar pero no podían.
La señora Amber preparaba todo para regresar a la calle dragen, más que todo para reparar la camioneta del señor Arthur que se encuentra devastada. Chuby el cual está tirado en el piso por el cansancio de tanto jugar con William, las gemelas guardaban todas las cosas en la maleta, cogían al gato de la señora Amber solo para molestarlo. La señora Amber le había sacado por fin el diente de oro y se lo entrego a los gnomos para que lo guardaran en las profundidades del bosque. Algunos centauros ayudaban a las niñas con las cosas, más que todo a recoger.
- ¡Apúrense que tenemos que llegar deprisa a la calle dragen! Dijo Amber mientras terminaba de recoger cada uno de los objetos de las niñas.
- ¡Ya vamos! Dijeron las gemelas mientras limpiaban un poco a William el cual estaba más sucio que la misma tierra.
Amber decidió caminar hasta la calle dragen algo le decía que Lein no quería intrusos en el ataque, los niños pasaban de bajo de los arboles parlanchines: con ramas largar, tiene la posibilidad de hablar y solo se localizan en dos lugares, el bosque meimi y el bosque de los mil pecados. Chuby caminaba un poco lento pues aun que es fuerte y hábil el cansancio lo mataba, bueno o eso él decía cuando caminaba mucho. Las gemelas cogían algunas flores del bosque, como rosas y orquídeas que florecían a su paso. El bosque estaba repleto de animales como centauros, gnomos, elfos, hadas, faunos y animales desconocidos para Amber.
- Señorita Amber, señorita Amber… dijo Chuby.
- ¡Qué quieres Chuby! Dijo Amber mientras veía al pobre halfo caminar sin fuerzas.
- Y si los llevo hasta allá, déjeme hacerlo. Dijo Chuby.
- ¡No!, caminaremos, si lo deseas te puedes quedar en el bosque, cuando William llegue a la escuela podrás ir con él, te parece.
Chuby no obedeció a Amber y siguió caminado al lado de William, les faltaba poco para llegar al lugar, el guardián del bosque, en realidad un enano anciano y con una barba que se arrastraba por el suelo los vio mientras caminaban. En un principio no reconoció a la señora Amber impidiéndole salir del bosque con los muchachos, después de unos minutos de dialogo pudo reconocerla rápidamente, la llevo a la salida más cercana y la que se aproximaba mas a la calle dragen.
Todos los magos de la calle se acercaban con la señora Amber para decirle lo que sucedía en la tienda de magia, la señora Amber solo hacia cara de sorpresa para disimular de que ella savia lo que pasaba. Los niños caminaron más rápido al lugar de tras iba Amber jalando al halfo el cual ya no se movía mucho, llegaron al lugar rápidamente en donde Arthur les abrió la puerta.
- Todavía siguen ahí dentro, no han parado desde que se fueron, algunos magos se han dado cuenta de lo que sucede, aun que no han logrado ver nada. Dijo Arthur mientras se dirigían al lugar del encuentro.
Aun que trataron de pasar a la sala no podían algo se los impedía, Chuby era el único que podía pasar pero estaba tan cansado que su magia no llegaba lejos y menos pasar una barrera mágica. Arthur intento con algunos hechizos pero ninguno le hizo efecto a la barrera que había hecho al parecer Lein.
- ¡Y ahora que aremos! Dijo Arthur mientras daba vueltas en el lugar.
- No lo sé pero no podemos dejarlo hay solo, necesita de nuestra ayuda. Dijo Amber mientras seguía tirando embrujos a la puerta.
La policía de la región tocaba la puerta amenazando de derribarla, el señor Arthur tenía miedo por lo que podía suceder si llegara entrar al lugar. Se encontraban en la cocina la que las hacia entrar a la casa del señor Linojo. William intentaba de recuperar a Chuby pero sus esfuerzos eran en vano. La señora Amber decidió salir del lugar para distraer un poco a los policías que seguían tocando la puerta. Bum, Bum, se escuchaba fuertemente.
- ¡Que pasa! Dejen entrar. Dijo uno de los policías.
La señora Amber salió del lugar un poco nerviosa, aun que no sabía que decirles para que dejaran de molestar, escondió su varita para que no sospecharan de ella algo que no es cierto.
- Perdone por los ruidos y la magia, es que las niñas están haciendo pociones y pues no dejan de hacer ruidos. Dijo Amber miedosamente.
- Si es eso no le importara que pasemos a la sala verdad. Dijo uno de los policías.
La señora Amber no se pudo negar a la propuesta, aquellos hombres de manto negro con sombreros largo y puntiagudos en sus cabezas, entraron al lugar, el señor Arthur no podía permitir que supieran o podía ser peor para todos, especialmente para él. Saco su varita hizo un embrujo el cual desaparecería la sala por unos minutos, bueno en realidad haría que las personas que estaban fuera de ella no pudieran entrar. La cocina y el restaurante estarían a salvo por un tiempo.
- ¡Señora Amber en donde dice que están las niñas! Dijo uno de ellos.
- Creo que dije mal, perdóneme usted, bueno los ruidos venían de la radio que la tenía a mucho volumen, y la magia fui yo perdone la molestia, como vera solo hay una sala en este lugar, sin ninguna pue-er-er-er-ta adiciona-na-na-na-nal.
- Otro ruido o alguna queja que escuchemos nuevamente vendremos pero ya será diferente, no la llevaremos para que sepa. Dijo el policía mientras guardaba su varita.
La señora Amber cerró la puerta nuevamente, no sabía que sucedió con la puerta, pero eso la ayudo por un momento a salir del embrollo que se había metido. Cerro nuevamente cada cosa del lugar para que las personas no supieran nada, dijo- reserbius- este hechizo servía para que los ruidos del interior no salieran al exterior. La puerta volvió aparecer, Amber regreso a la cocina, el señor Lein había quitado el conjuro de la puerta que llevaba a la sala en donde se encontraba Simus Conrra.
El señor Lein se encontraba más cansado de lo normal, todo se encontraba tirado en el piso, Simus seguía disparando cada vez más, el sudor corría por toda su frente. Lein les ordeno que retrocedieran, siguió el ataque, la señora Amber quiso interferir para acabar con el combate que llevaba mas de 3 horas en pie, algunas cosas se convertían en animales, objetos o libros pues los conjuros se desviaban a otros objetivos. Arthur no soportaba mas el combate, no podía dejar que alguien muriera.
- Señor Lein deje que lo ayudemos, no sea estúpido. Dijo Arthur mientras sacaba su varita nuevamente.
- Yo le jure a mi padre que lo asesinaría con su varita, sabe él no puede vivir más, salir ustedes de aquí y dejar que yo lo mate. Dijo Lein mientras disparaba más rápido a su objetivo.
- ¡Obedezca y deje que lo ayudemos! Dijo Amber mientras caminaba hacia Simus.
- El podre Lein necesita ayuda de dos estúpidos, jajaja. Dijo Simus mientras se reía.
William había hecho reaccionar a Chuby el cual se paraba lentamente. Le cogió una mano, el pobre Halfo se veía menos cansado, las hermanas se percataron de lo que quería hacer William, cogió su mano, rápidamente la señora Amber cogió la de Lein y de Arthur. Chuby los llevo a fuera de la tienda. Lograron un escape. Lein se veía más que cansado, devastado. Su varita parecía sobre cargada de magia Simus comenzó a correr hacia la puerta de la tienda. Arthur se dio cuenta de eso y corrió con todos hacia su camioneta la cual seguía mal.
- ¡Chuby tu deberás esconderte hasta nuestra señal! Dijo Arthur.
- William recoge a mi gato que sigue paseando por todos lados, aun que ya no importa mucho pero lo sigo queriendo mucho. Dijo Amber mientras veía al gato caminar por la calle.
Todos corrieron hacia la camioneta, Simus iba tras ellos. Chuby se escabullo entre las personas y comenzó a desviarse del lugar, volvió al bosque meimi en donde no iba a salir por un tiempo, tenía miedo de lo que podía pasar, aun que el señor Arthur le ordeno que se escondiera el no obedeció. William se dio cuenta de lo que Chuby trataba de hacer, no le importo ahora solo necesitaban escapar lo más rápido posible. Las hermanas vieron la camioneta la cual parecía funcionar nuevamente, sacaron sus varitas rápidamente e hicieron el embrujo para que flotara.
Amber se voltio para ver en donde venia Simus, el señor Lein no quería dejar la batalla en manos de la policía, pero si no era así moriría, el gato de la señora Amber se lanzo a la camioneta mientras se le erizaba el pelaje negro y sucio por tanto que había caminado por el bosque. William y las gemelas entraron a la camioneta, ordenaron algunas cosas dentro. Hicieron un hechizo para estirarla un poco más esto les permitiría llevar a tres personas más. Amber saco nuevamente su varita, savia que todo se volvería a poner feo y no permitiría que Lein luchara solo.
- Señor Lein diga lo que diga yo también jure lealtad a la escuela, pero eso no significa que no lo puedo ayudar.
- Está bien señora Amber dejare que me ayude, pero sería mejor que nos fuéramos de una vez antes de que nos ataque. Dijo Lein.
Arthur se monto en la camioneta ancha y oxidada, saco la llave y la encendió, la señora Amber se monto en seguida, Lein igual. Cerraron las varitas y comenzaron a elevarse por los aires. Simus cogió una escoba larga y fina, se monto en ella la cual comenzó a elevarse, es una de las mejores decía Saray mientras lo observaba por la ventana rota. Arthur pasó encima del bosque meimi en donde pudo observar a Chuby.
- Chuby vienes con nosotros, todavía queda un lugar. Dijo Arthur gritando.
Chuby se tele trasporto lo más rápido posible a la camioneta, cayó encima de las pequeñas. Se acomodo en donde le indico William, a su lado en realidad. Simus atacaba la camioneta continuamente. El señor Arthur comenzó a subir la velocidad necesitaba escapar lo más rápido posible, o bueno llegar a un sitio en donde pudieran combatir. Pasaron las montañas juansy y lieso las cuales son famosas en esta zona del mundo, pudieron ver una gran colina verde y llena de arboles, hay seria en ataque.
- ¡Bueno agárrese fuerte que vamos a bajar! Dijo el señor Arthur mientras descendía a la colina.
La camioneta comenzó hacer un gran ruido en el motor, parecía que sería fuerte la caída, el señor Arthur le ordeno a Amber que manejara cuando él se bajara, no quería que los niños se quedaran a observar la batalla contra Simus, el señor Lein saco su varita. Las niñas se quedaron en la camioneta esperando a Amber. William observaba la escoba en el aire la cual soltaba como un polvo gris, Chuby se escondía tapándose la cara. El señor Arthur y Lein bajaron de la camioneta. La camioneta comenzó nuevamente a elevarse, Amber llevaría a los niños a casa, aun que sería un camino largo lo tenía que hacer.
Arthur saco su varita, señalo la escoba la cual no terminaba de bajar. Simus la dejo caer al piso, Simus apunto hacia Lein con el cual habían combatido. Linojo volvió a la batalla ahora estaba recuperado, estaban parejo dos contra dos.
- ¡Bueno linojo ellos creen vencernos! Dijo Simus mientras carcajeaba.
- ¡Ellos vencernos a nosotros! Dijo Linojo.
Arthur rompió el silencio que se había prolongado por unos minutos en la colina. El viento pegaba en su ropa levantándole las túnicas a Linojo y Simus. Lein hizo el primer disparo hacia Linojo el cual es más inofensivo, Arthur siguió su técnica pero protegía más. Simus y Linojo comenzaron a disparar rápidamente, las varitas se agitaban por todo el lugar, caminaban los cuatro haciendo un circulo en el suelo, Arthur sabia que alguien tenía que morir para acabar con todo esto, lo que comenzó por un simple diente termino en una riña de muerte.
Los niños se tensaban al pensar en la batalla que podían ver a lo lejos de la camioneta, no habían avanzado tanto, Chuby observo todo aquellos, seguía cansado para trasportarse a esa distancia tenía que esperar un poco antes de hacer algo. William vio la varita que habían hecho en la tienda, aquella comenzó a desvanecerse, Chuby llevaba en sus brazos todo lo que habían llevado para la calle dragen y las cosas que le regalo Amber a William.
- ¡Señora Amber haga algo! Dijo Carolina mientras veía el destello de los hechizos en el cielo.
La señora Amber la ignoro, siguió manejando pronto dejarían de ver aquel espectáculo escalofriante que dejaron atrás, solo pensaba en lo que podía suceder allá, pero no podía regresar.
El señor Arthur levantaba y agitaba su varita rápidamente para defender a su compañero de batalla, era muy difícil vencer a un asesino como Simus ellos dos solos, aun que Arthur tenía experiencia en casos así llevaba 3 años sin defender o ejercer su carrera, mientras que Lein era un solo mago que trataba de vengarse de lo sucedido hace años, todavía no podía superar la muerte de sus padres, es joven y alto, sus ojos negros parecían ciegos, aun que Arthur trato de hacerlo entender que la venganza no es buena él no lo escuchaba.
Simus y Linojo se reían de ellos mientras disparaban, Linojo un experto en ataques de distancia se alejaba mas para atacar más fuerte, los colores de las varitas se podían apreciar en su magia, la de Simus negra y fría, como es el, mientras que la de Lein blanca y débil, solo esperaban un movimiento en falso por parte de alguno de los dos para terminar esta batalla. Simus no dejaba de ver a Lein, a veces movía sus ojos rápidamente para cubrirse de los ataques de Arthur el cual parecían débiles e insignificantes.
- Morirán los dos juntos, se les recordara como los que trataron de asesinar a un asesino como yo. Dijo Simus.
En el automóvil se prolongaba cada vez más y más el silencio, Chuby se recuperaba, William solo veía al frente intentando encontrar una solución. La señora Amber les regalo un dulce cada uno, estos eran para tranquilizar los nervios, son de sabor menta. Las gemelas se abrazaban mientras recordaban a Simus atacando a Lein en la calle dragen. Amber aceleraba cada vez más, se sentía culpable de haber dejado a sus amigos con aquel hombre. William comenzó a moverse mucho como si algo lo molestaba, cerró los ojos y comenzó hablar.
- Hay un segundo mago, es Linojo, ha regresado, el tío Arthur esta débil igual que Lein. Dijo William mientras se revoloteaba en la camioneta.
Amber se dio cuenta que William llevaba un pedazo de la ropa de Arthur la cual esta hechizada por eso podía ver lo que a él le sucedía, <<Arthur siempre ha sido inteligente>> dijo Amber mientras veía a William volver en sí. Chuby le dijo que ya se había recuperado para una tele trasportación a cualquier sitio. Chuby abrió la puerta de la camioneta sin aviso, cogió el pedazo de ropa de Arthur. Comenzó a caer, de un momento a otro Chuby desapareció en el aire.
Lein estaba en el piso, Arthur lo protegía de los ataques, Linojo no aguantaba mucho tiempo para caer. Simus comenzó atacar cada vez mas fuerte sin importarle su compañero que necesitaba ayuda. Chuby llego al lugar, aun que había llegado rápidamente, sería difícil regresar a la camioneta con Arthur y Lein juntos, se escondió detrás de algunos árboles, con chasquidos ayudaba de lejos a Arthur. Linojo y Simus no habían visto la parecencia de Chuby en ninguna parte. Lein volvió a levantarse son importar que fuera herido por algunos de ellos.
- Huid señor Arthur, déjanos a nosotros solos aquí, termina con Linojo antes de irte no podre con los dos. Dijo Lein mientras se levantaba del pasto.
En la camioneta se rompía el silencio con algunos chistes, pero claro no se olvidaban de lo que sucedía, la señora Amber hechizo la camioneta para que fuera en automática por un tiempo, converso con los niños un rato, William parecía alegre, al parecer los caramelos le habían hecho efecto.
Arthur comenzó a disparar sin importarle lo que pudiera pasar, Chuby se acercaba por los arboles, Linojo estaba casi rendido y listo para marcharse. Lein levanto su varita dijo- explotus reiteratus- señalando a Linojo el cual saco su pecho y comenzó. Seguido de aquello el cuerpo de Linojo cayó al piso, se podía ver como una luz blanca salía de su corazón, estaba tendido, más que tendido muerto, Lein había acabado con él.
- ¡Chuby!, llévate inmediatamente a Arthur no quiero que vea esto. Dijo Lein mientras señalaba con su varita a Simus.
Lein se distrajo por un momento, Arthur corrió hacia el intentando cubrirlo de un ataque, todo fue en vano Simus había hecho el mismo hechizo de Lein. El podre hombre y fiel amigo de Amber había caído al sueño muerto. Simus cogió su escoba y se marcho mientras reía. Arthur intento recuperar a su compañero fue en vano, la sangre de Lein corría por todo el lugar, manchando el pasto y las flores que se tornaban rojas. El cuerpo de Linojo había desaparecido repentinamente sin dejar rastro de él. Arthur cabo un hoyo con magia, sepulto a su amigo para siempre, corto algunas rosas y las dejo caer justo encima de la tierra húmeda de sangre y lagrimas. Lein había muerto por lealtad.
Chuby cogió de la mano al señor Arthur el cual seguía llorando la muerte de su fiel compañero de varitas, comenzó a caminar con él, Arthur le pidió que caminara separado de él pero no lejos pues quería estar solo un rato. Chuby camino detrás del señor Arthur el cual caminaba lento y se detenía a secarse las lagrimas, aun que no conocía muy bien a Lein sentía tristeza por su muerte.
Amber sentía un alivio en su pecho, savia que habían logrado vencer pero no podía apreciar que uno de sus amigos había muerto. William le sonrió mientras visualizaba el hermoso atardecer que pasaba por las montañas, las hermanas cerraban la ventana pues el frio se estaba prolongando por la camioneta, la señora Amber comenzó a bajar la velocidad faltaba poco para llegar, aun que era más de 3 horas de camino ya podía descender un poco.
Chuby alcanzo al señor Arthur el cual seguía llorando, se limpiaba con la manga de su playera negra, la chaqueta que llevaba la había tirado por el camino sin darse cuenta, Chuby intentaba seguir su paso el cual es más acelerado de lo normal, cogió rápidamente su mano la cual sudaba. Arthur se detuvo para apreciar el atardecer, todo había acabado para uno de los magos menos famosos pero valiente como los guerreros. Recordó la promesa de Lein con su padre.
- ¡Juro por ti Lein que lo matare cuando pueda! Dijo Arthur mientras veía el cielo oscurecer a su paso.
Chuby cogió su mano y lo trasporto a la camioneta vieja y oxidada, la señora Amber se alegro de verlo nuevamente, estaba sano y salvo, noto la tristeza en sus ojos, savia que Lein había muerto gracias a Simus Conrra, el asesino más buscado en todo el mundo mágico, vio que Arthur tenia la varita de Lein en su bolsa acompañando la de él, la dejarían en donde pertenece, la calle dragen. Las gemelas abrazaron a su padre el cual seguía llorando la perdida de Lein, William le dio uno de los caramelos que les regalo Amber hace unas horas. Arthur les conto cada una de las cosas que habían sucedido en la colina.
Arthur señalo el camino hacia su casa, faltaba poco para llegar, una hora en realidad, las niñas dormían en los hombros de Arthur mientras Chuby dormía junto a William, Amber comenzó a ascender un poco mas pues no quería que nadie de los humanos lo vieran.
- Ya es de noche, quisiera llegar lo más pronto posible. Dijo Arthur mientras bostezaba.
La señora Amber acelero un poco más, de lejos se podía apreciar la casa de Arthur, las luces estaban completamente apagadas. Arthur señalo una de las calles, la calle weisdeis, en aquella calle se podía notar alguno que otras luces encendidas. Amber comenzó a descender, estaban más cerca de la casa, poco a poco el coche bajo con un poco de turbulencia. Carolina y Saray bajaron del coche del cual seguía flotando un poco, William despertó a Chuby el cual seguía durmiendo en sus piernas. Arthur termino de bajar cada una de las cosas de la camioneta.
Habían llegado a casa. Adela prendió una de las luces de la casa la cual hacia un destello hacia el jardín en donde seguían bajando las cosas los niños.